Aún no se había terminado la sesión de sumo en Holanda. Ese domingo se celebraba en Amstelveen, distante unos 40 minutos en tranvía del centro de Ámsterdam, unas jornadas japonesas en las que estaba prevista la presencia de los luchadores de sumo, así que a las 11 de la mañana quedamos en la Estación Central con nuestros amigos rumanos y nos fuimos para allá. Llegamos mucho antes que todos los miembros de la Sadogatake beya y estuvimos dando una vuelta por la explanada donde se celebraba el evento hasta que vimos llegar los autobuses con los luchadores. Estos se metieron rápidamente en un edificio anexo en donde tenían una especie de encuentro con los patrocinadores. Tras indagar un poco y descubrir dónde estaban, fui a avisar al resto de mis compañeros pero se habían movido de sitio y no fui capaz de encontrarlos, así que me dispuse a hacer guardia a la puerta del edificio a esperar su salida. No fui el único que lo pensó, porque a los 5 minutos apareció por allí Gernobono buscando lo mismo que yo, así que tras intentar colarnos en la recepción y después de haber sido descubiertos apenas pisamos la escalera de acceso a la planta superior (y de habernos echado, eso sí, muy amablemente), salimos fuera a esperar pacientemente.
Unos 15 minutos después salieron todos los luchadores, lo que aprovechamos para sacar un montón de fotos en primer plano. Tras subirse al escenario y hacerse unas fotos con algunos aficionados, se dedicaron a dar una vuelta por el centro comercial, por lo que todos los aficionados como Rubén y yo y el resto de miembros de los foros de sumo les seguimos sacándoles un montón de fotos. Hay que decir que todos los luchadores, salvo Kotooshu, eran de lo más amables y no vi a ninguno negarse a hacerse alguna foto con quien se lo pidió. Kotoshogiku, Kotomitsuki o el propio Sadogatake oyakata se paraban si se lo pedías, así que nos pusimos morados a hacer fotos bien de cerca.
Seguramente el oyakata les debió de dar un par de horas libres, porque los luchadores se desperdigaron por el centro comercial y durante dos horas era constante el verles pasar de un lado a otro, sin que hiciese falta moverse mucho para tener siempre a alguno cerca de quien fotografiar. Por entonces fue cuando perdimos de vista a nuestros amigos rumanos, a los que ya no volvimos a ver y que suponemos que se marcharían hacia el centro de la ciudad. Gernobono y Tsunamiko sí que estuvieron por la zona y pudimos despedirnos de ellos cuando se fueron al aeropuerto para tomar el avión de vuelta hacia Austria.
Al rato todos los luchadores se reunieron en un punto de encuentro mientras Shiratama oyakata daba las órdenes pertinentes para volver al autobús, bajo la atenta supervisión del propio Sadogatake oyakata, que aunque no intervino en ningún momento estaba muy atento a la organización del regreso. En ese momento Rubén y yo nos dimos cuenta de que por allí ya no había más que hacer y nos decidimos a volver al centro de Ámsterdam para dar un último paseo por la zona, tomar una cervecita y cenar, mientras charlábamos de todo lo que nos había deparado el fin de semana, que había sido mucho y bueno. Luego prontito a la cama que al día siguiente había que madrugar.