Viernes 5

No amanecimos hasta las 9 de la mañana, así que después de haber dormido más de 10 horas seguidas, Rubén y yo estábamos en perfectas condiciones para afrontar el segundo día de nuestro viaje. Después de desayunar en el hotel, nos fuimos a la calle a seguir viendo la ciudad. La verdad es que en Ámsterdam no es muy difícil orientarse, ya que la gran cantidad de canales que circundan la ciudad te sirven de referencia para saber si vas bien o mal encaminado hacia tu destino. Ese día visitamos el Rijksmuseum, en donde pudimos ver pinturas muy interesantes de autores como Rembrandt o sus discípulos, así como diversas piezas de la época dorada holandesa.

Esta vez íbamos en dirección al sur, pero lo hacíamos no por casualidad sino por una razón, y es que sabíamos que los miembros de la Sadogatake beya estaban alojados en el hotel Okura, por lo que decidimos acercarnos hasta la zona para ver si veíamos a algún luchador por la zona. La primera incursión en el hotel resultó baldía y no parecía que nadie estuviese por allí, por lo que buscamos un sitio para comer y decidimos ir de nuevo al hotel a tomar café (vaya palo nos dieron por ese cafelito) y esperar a ver si aparecía alguien. Esta vez tuvimos más suerte, y apenas 10 minutos después de nuestra llegada, entraban por la puerta Sadogatake oyakata, su mujer y los ozekis Kotooshu y Kotomitsuki, junto a uno de sus tsukebitos. Apenas tuvimos tiempo de verles porque enseguida se dirigieron hacia los ascensores del hotel, señal de que seguramente iban a descansar tras la comida. Así que Rubén y yo decidimos que por allí poco más teníamos que hacer y nos marchamos a buscar ya el pabellón donde se iba a celebrar el torneo, el Heineken Music Hall.

Este pabellón está junto al famoso Ámsterdam Arena, el estadio de fútbol en donde juega el equipo del Ajax, antaño uno de los equipos de fútbol más fuertes de Europa y hoy en día un poco en horas bajas. También hay en la zona un centro comercial dedicado en su totalidad a los muebles, que aprovechamos para visitar mientras hacíamos tiempo. Y es que habíamos quedado con Stephen (Kenzo), uno de los organizadores del evento, en que nos veríamos a las puertas del recinto a eso de las 18.30 para darnos las entradas del viernes, porque las del sábado las tenía Martina (Fay), que apareció por allí al poco rato junto a una amiga, por lo que ya empezábamos a reunirnos con varios amigos de los foros de sumo que también habían viajado hasta Ámsterdam para disfrutar de este evento. Un poco más tarde conocimos también a Martín, Bogdan e Irina, tres rumanos también apasionados por el sumo y todos juntos nos fuimos a tomar una cerveza a uno de los bares de la zona para hablar de sumo y empezar a saborear la jornada que nos esperaba.

Llegaba el momento de entrar al recinto y ocupar nuestros asientos. Antes dimos una vueltecita por los pasillos del pabellón buscando algún puesto en donde se vendiera algo del típico “merchandising” que siempre se encuentra en estos eventos, pero nuestra decepción fue total al ver que no había absolutamente nada para poder comprar de recuerdo de este torneo, ni siquiera la camiseta oficial que todos habíamos visto ya en  fotografías. Tan sólo un pequeño catálogo con información sobre el evento y los luchadores escrito en holandés y japonés, así que de poco nos servía más que para conocer los nombres de los rikishi de las categorías inferiores. Esto fue un poco decepcionante pero así nos ahorramos un dinero que, de otra forma, nos hubiéramos gastado sin ninguna duda.

Afortunadamente los organizadores decidieron realizar toda la presentación y las explicaciones de la exhibición en inglés, quizás en deferencia hacia los seguramente muchos aficionados venidos de otras parte de Europa  y además sabiendo que los holandeses no tendrían ningún problema en entenderles ya que es un país en el que la mayor parte de sus habitantes hablan un inglés muy correcto… exactamente lo contrario que en España (y no aprendemos ¿eh?), así que por esa parte lo tuvimos bien.

La exhibición empezó con puntualidad casi japonesa (apenas 5 minutos de retraso para que se sentara todo el mundo) y los actos que se vieron fueron los siguientes:

  • Apertura del evento
  • Consagración del dohyo
  • Exhibición de Taiko (tambores japoneses) por parte de escolares japoneses
  • Ceremonia de apertura, con discursos de Sadogatake Oyakata y del representante de la Cámara de Comercio Japonesa en Holanda.
  • Introducción a los movimientos básicos de sumo, realizados por cuatro luchadores de las categorías inferiores.
  • Realización del oicho-mage a Kotooshu.
  • Lucha de los rikishi (Kotoshogiku entre ellos) ante niños holandeses.
  • Shokkiri o sumo cómico, realizado como explicación de las técnicas prohibidas.
  • Dohyo-iri de todos los luchadores.
  • Exhibición de Yagura-daiko (tambor) por parte de uno de los yobidashi
  • Torneo de sumo en rondas eliminatorias.
  • Entrega de premios.

La asistencia de público a esta jornada de competición fue tremenda, contándose muy pocos asientos vacíos. Rubén y yo estábamos en una zona no muy lejana al dohyo pero en la que todas las filas de asientos estaban a la misma altura, con lo que las cabezas de los que estaban por delante no nos dejaban ver bien lo que ocurría. Afortunadamente estábamos en la última fila de sillas así que podíamos levantarnos para ver sin molestar a nadie estuviera detrás.

La exhibición la ganó Kotooshu, tras una serie de combates que si bien estaba claro que no se habían disputado al máximo nivel e incluso se veía claramente como algún que otro resultado estaba pactado de antemano, cumplía perfectamente el papel de presentar el sumo a los no iniciados y ver a los grandes luchadores en directo. Se vieron muchos kimarites diferentes (vimos incluso un ipponzeoi) y la gente que no estaba acostumbrada a lo que es el sumo salió muy impresionada de lo que vio, especialmente tras ver a los luchadores realizar el matawari, sin duda uno de los momentos que más asombró al público holandés.

La jornada había sido larga y emocionante, así que tras la finalización de la misma nos fuimos todos al metro para volver al centro de Ámsterdam y regresar al hotel. Al día siguiente nos esperaba otra sesión de sumo que prometía ser tan intensa como la vivida hoy.