Turismo por Tokio

Turismo por Tokio


20 días en Tokio dan para mucho y tampoco es cuestión de irse todos los días a ver el sumo desde las nueve y media de la mañana. Estamos en una de las ciudades más grandes del mundo y a pesar de que los incendios, los terremotos y, sobre todo, los bombardeos norteamericanos de la II Guerra Mundial dejaron la ciudad reducida a escombros, la capital nipona tiene muchas cosas que ofrecer al visitante. Muchos de los antiguos templos han sido reconstruidos y para ellos tienen el mismo valor que si fueran los originales.

Evidentemente la zona de Ryogoku fue la primera en ser visitada. Como ya he comentado anteriormente, toda la zona huele a sumo. Hay muchas heyas por todas las calles y constantemente se ven luchadores que o bien están de paseo o se acercan a comprar cualquier cosa a muchas de las pequeñas tiendas que hay repartidas por el barrio, recibiendo siempre la amable sonrisa del dueño de la misma que seguramente ya le conoce de visitas anteriores. También recomiendo una visita al Museo Edo-Tokyo, que está justo a lado del Kokugikan y que tiene una excelente exposición permanente de la historia de la ciudad desde su fundación en el siglo XV hasta la actualidad, con multitud de maquetas (algunas de un tamaño tan enorme que ocupan dos plantas), fotografías, grabados, videos… Yo estuve casi 4 horas visitándolo y me pareció interesantísimo. También hay otra serie de exposiciones itinerantes, aunque si quieres verlo todo hay que disponer de muchas más horas libres para su visita. Y si tenéis oportunidad, es bonito atravesar al pie el puente de Kuramae, que conecta este barrio (donde se hallaba el antiguo Kokugikan) con Ryogoku y que está decorado con escenas de sumo.

Uno de los primeros sitios que todo turista visita en la capital de Japón es la zona de Akihabara, la ciudad eléctrónica, famosa en todo el mundo por la aglomeración de grandes almacenes y pequeñas tiendas dedicadas en exclusiva a los aparatos electrónicos. Desgraciadamente el voltaje de Tokyo es distinto al de España, por lo que la mayoría de los aparatos han de ser bitensión si quieres que te funcionen en casa. También hay que tener en cuenta que en Japón el sistema de televisión que se utiliza es el NTSC, frente al PAL de España, así que las cintas de video tampoco te van a valer, aunque sí los DVD ya que Europa y Japón comparten la misma región. Tampoco te puedes comprar un teléfono móvil, ya que el sistema que se usa en Japón es incompatible con el resto del mundo y aunque sea una gozada de aparato con multitud de funciones mil veces más avanzadas que las que puedes encontrar en la tienda de la esquina de tu casa, al volver no te iba a funcionar con lo que el gasto es inútil. No es de extrañar, entonces, que las cámaras digitales o los lectores MP3 sean las estrellas de las compras de los turistas en Akihabara.

Otra zona interesante para visitar es el barrio de Jinbocho, famoso por tener una calle llena de librerías con volúmenes tanto nuevos como antiguos. Sin duda un paraíso para el amante de la lectura o el coleccionista, aunque tiene el pequeño problema de que la mayoría de libros que allí nos vamos aencontrar van a estar escritos en japonés, aunque alguna que otra tienda tiene un apartado destinado a los libros en otros idiomas, en su gran mayoría el inglés.

Ginza es un sueño para los compradores, aunque hay que tener un alto poder adquisitivo para ello. Y es que nos encontramos en la calle más cara del mundo. Los precios son muy elevados en la mayoría de las tiendas pero a pesar de eso es muy interesante el darse una vuelta por la zona y comprobar el bullicio y el aluvión de compradores que entran y salen de los establecimientos. Además los sábados por la tarde la calle se cierra al tráfico hasta la noche por lo que a pesar de que hay muchísima gente deambulando de escaparate en escaparate se puede pasear sin demasiados agobios. Como en casi todas las zonas de máxima afluencia de gente en Tokio, los cruces están abarrotados de pantallas de televisión gigantes colgando de los edificios en los que la publicidad te martillea sin cesar. No podemos olvidar que Japón es uno de los países más consumistas del mundo y eso se nota a cada paso.

Una visita obligada en Tokyo son los Jardines Imperiales, con los restos del que fuera el gran castillo de los Tokugawa del periodo Edo. Sólo se puede ver una parte, ya que el resto es parte de la residencia privada del Emperador y su familia y no está abierta al público, pero es una zona bonita y agradable para pasear, un pequeño remanso de tranquilidad justo al lado de la zona de Marunouchi y la Estación de Tokio, una de las más concurridas y utilizadas del mundo, que conserva además una fachada de principios de siglo, aunque las ampliaciones modernas contrastan un poco con su estilo.

El hotel en donde yo me alojaba se encontraba a caballo entre las zonas de Ueno y Asakusa, sin duda las más típicas de Japón. El parque de Ueno, situado junto a la estación del mismo nombre (otra de las más utilizadas) es una amplia zona verde que por la noche suelen utilizar los «sin techo» para dormir, al igual que por las urbanizadas orillas del río Sumida. Es increíble ver como a pesar de esta masiva utilización, la limpieza es impecable e incluso se ve a los propios mendigos limpiando su zona de parque con total naturalidad. Cuanto deberíamos aprender los demás de estas muestras de urbanidad de los japoneses, incluso de los más desfavorecidos, si lo comparamos con el aspecto que a veces ofrecen nuestras ciudades. Pues bien, este parque es famoso porque a finales de marzo o principios de abril se llena a rebosar de tokiotas que acuden a celebrar la floración de los cerezos, muestra inequívoca de la llegada de la primavera. También en este parque se encuentra un acceso a un pequeño templo con un paseo jalonado por múltiples torii de color naranja que seguramente a muchos de los que leéis esto les recordará al que salía en la película «Memorias de una geisha», aunque el que sale en la película se encuentra en Kyoto, concretamente en el Templo Fushimi Inari. También es interesante una visita a la estatua de Saigo Takamori, uno de los héroes de la Revolución Meiji. Al salir del parque podemos encaminarnos a la zona de Okachimachi donde nos encontraremos con el mercado de Ameyoko, zona repleta de tiendas con precios algo más baratos de lo normal y que suele ser muy concurrida por los japoneses para realizar sus compras diarias.

Desde allí podemos encaminarnos a Asakusa. Podemos hacerlo en taxi o en metro, aunque yo recomiendo hacerlo a pie, ya que es un paseo de alrededor de media hora y siempre es bonito mezclarse con los propios habitantes de Tokio, siempre amables y muy dispuestos a ayudarte a llegar a tu destino o a entender qué es lo que deseas adquirir, a pesar de que la mayoría no hablan otro idioma que no sea el japonés. Sin embargo los latinos nos sabemos expresar muy bien por gestos y esto es una ventaja a la hora de hacerse entender. Asakusa seguramente sea el barrio más típico de Tokio, con sus templos y sus estrechas callejuelas llenas de pequeños restaurantes y tiendas con todo lo que el turista puede soñar con encontrar en Japón. Lo cierra el río Sumida y el puente de Azuma, que separaba el centro y el extrarradio del antiguo Edo y desde el que se puede coger un barco que nos llevará de excursión por todo el río hasta su desembocadura en la bahía de Tokio, una bonita forma de conocer el río principal de la ciudad y desde el que tendremos una perspectiva distinta del Kokugikan. Hacia el norte sale el parque de Sumida-koen, muy frecuentado los fines de semana por gente que acude a hacer deporte o a pasear.

Shinjuku es la zona de los rascacielos, un pequeño Manhattan en el corazón de Tokio. Zona eminentemente empresarial es visita obligada para todo turista ya que uno no se puede ir de la ciudad sin haber subido a alguno de los miradores de las torres del Ayuntamiento de Tokio, que desde el piso 43 ofrecen una impresionante vista de la ciudad y desde los cuales se puede incluso ver el Monte Fuji en los claros días del invierno, algo que en mi caso no sucedió. De todas formas es la forma de darse cuenta de lo inmensa que es esta ciudad, ya que se mire a donde se mire sólo se alcanzan a ver edificios y casas una tras otra, sin poder divisar el final de la ciudad. Y es que no podemos olvidar que en Tokyo y las ciudades adyacentes (Yokohama, Saitama o Chiba, que se encuentra unidas a la capital) viven alrededor de 30 millones de personas, lo que nos puede dar una idea del monstruo de ciudad al que nos estamos refiriendo. Cerca de la zona de los rascacielos nos encontramos el barrio de Kabukicho, zona de prostitución y bares de contenido sexual. Aunque Tokio es una ciudad muy segura, quizás esta sea la zona menos recomendable para pasear de noche, ya que suele ser frecuentada por miembros de la Yakuza (la mafia japonesa) que controlan los negocios de la zona.

Shibuya y Harajuku son las zonas de la gente joven. La primera es la que suelen frecuentar los japoneses para salir de marcha y en ella podemos encontrar multitud de «love hotels», en donde uno puede alquilar una habitación por horas para divertirse un rato. A la salida de la estación de Shibuya nos encontraremos con la famosa estatua del perro Hachiko, un perro que fue a buscar diariamente a su amo a la estación a pesar de que este ya había fallecido. La zona de Harajuku se llena los domingos y días de fiesta con legiones de aficionados al cosplay, cuya máxima diversión es disfrazarse de lo que uno quiere e ir allí para exhibirse y juntarse con otros aficionados como ellos. Junto a Harajuku tenemos el parque de Yoyogi, una zona muy bonita para perderse dando un paseo tranquilo y sin apenas ruidos y en la que está situado el Santuario Meiji, que todos los aficionados al sumo conocerán porque es en donde se realiza el primer dohyo-iri que un nuevo Yokozuna tiene la oportunidad de hacer. Volviendo al tema del ocio nocturno, también es famosa la zona de Roppongi, zona de oficinas de día (y donde se encuentran la mayoría de las embajadas) y zona de copas por la noche, aunque esta zona es más frecuentada por extranjeros y quizás yo la recomendaría menos a los que verdaderamente quieran imbuirse más en la vida de los japoneses.

Odaiba es una de las zonas más modernas y más tranquilas para dar un paseo. Situada en plena bahía de Tokio, en ella se encuentra una réplica de la Estatua de la Libertad y desde allí tendremos una excelente vista de la Torre de Tokio, una copia exacta de la Torre Eiffel pero tres metros más alta (al menos de eso presumen los japoneses). Para acceder a esta zona es recomendable utilizar la línea Yurikamome, un tren elevado que funciona sin conductor y que atraviesa el famoso puente colgante «Rainbow Bridge», muy parecido al puente de San Francisco pero en color blanco. En Odaiba hay muchas zonas de ocio y algunos edificios de grandes empresas, como la sede de la televisión Fuji, una de las más importantes del país.

Sin duda Tokio nos ofrece muchas más cosas para ver, pero con esto he querido hacer un pequeño resumen de lo que yo visité durante mi viaje. Pero el objetivo principal del viaje era el sumo, así que vamos a centrarnos de nuevo en ello.