Bárbara y el tifón

Bárbara y el tifón


La mañana del día siguiente la dediqué a hacer algo de turismo por Tokio, comenzando por el templo Meiji del que ya he hablado anteriormente. Cuando me encontraba por la zona de Shibuya me llamó al móvil Barbara Ann Klein, con la que había mantenido contacto vía email en varias ocasiones, para decirme que había llegado a Tokio el día anterior para ver el resto del torneo y que si quería nos podíamos conocer en el Kokugikan. La verdad es que Barbara es una de las personas más entrañables que he conocido jamás, además de una auténtica apasionada por el sumo que incluso mantiene una estrecha relación de amistad con Asashoryu y muchos otros luchadores y oyakatas. Y es que lleva ya muchos años acudiendo a ver todos los torneos de Tokio e incluso a veces también va a ver los de las otras tres ciudades, por lo que es ya muy conocida entre los luchadores. Lo cierto es que disfruté mucho con su compañía y desde ese día vimos juntos todas las jornadas que quedaban hasta el final del torneo. Ella me presentó a Katrina Watts, que actualmente es la presidenta de la asociación australiana de sumo y que estaba en Tokio por motivos de trabajo con la Federación Internacional. Más adelante os hablaré del concierto de Daishi al que acudimos los tres el último día de mi estancia en la capital nipona.

¿Y el tifón? Pues se quedó en una anécdota. Y es que precisamente ese día se preveía que una fuerte tormenta que estaba por la zona sur del país subiera hacia el norte y afectara de lleno a Tokio, pero al parecer mientras iba subiendo se fue desviando de rumbo y el supuesto tifón se quedó en algunas rachas de viento algo más fuerte de lo habitual y algo de lluvia no demasiado fuerte, pero vamos, nada que no haya visto ya en otras ocasiones. No se si sentirlo o no, porque nunca he experimentado la fuerza de un huracán y por una parte me apetecía saber lo que era eso, pero por otra parte los que sí lo han sentido dicen que es algo que es mejor evitar, así que por una parte casi prefiero no haber tenido que sufrirlo y haber tenido una estancia pacífica en Tokio, sin tifones ni terremotos ni ningún susto parecido.

Se acercaba el final del viaje. Llegábamos ya al Senshuraku y con ello íbamos a dar por concluida mi visita al centro del sumo mundial. Pero aún me quedaban algunas cosas por ver y disfrutar en estos últimos días.