Planificando el viaje

Planificando el viaje


La verdad es que la distancia asusta un poco. Eso de tener que pasarse cerca de un día entero de viaje para llegar al país del sol naciente no es algo que se haga así a la ligera. Hay que disponer de unos cuantos días libres (no se puede ir de fin de semana) y aún así cuesta tomar la decisión de ir. Al final todo es cuestión de levantarse un día por la mañana y decir “sí, decidido, me voy a Japón”. Y a partir de ahí lo único que hay que hacer es empezar a planificar las cosas. En mi caso tenía claro desde el primer día que lo que quería hacer era ir a ver el Aki Basho de Sumo. Quería ver un torneo completo, ver todos los rituales que tienen lugar en el primer y último día, el dohyo-iri especial cuando el Emperador se encuentra en el recinto, y tantas y tantas cosas que tienen que ver con el sumo. Sabía que 20 días no me iban a ser suficientes, pero ni las obligaciones laborales ni tampoco mi capacidad económica daban para más, así que planifiqué el viaje para iniciarlo el día 6 de Septiembre, precisamente el día de mi 41 cumpleaños. Ciertamente me iba a regalar a mi mismo un viaje excepcional, de esos que mucha gente siempre tiene en mente hacer pero que seguramente los miles de kilómetros de distancia y el mito de que Japón es el país más caro del mundo (os aseguro que ahora mismo viajar a cualquier país europeo es tanto o más caro que al país nipón) acaban echando para atrás.

Para empezar lo mejor es planearlo todo con tiempo, sobre todo porque las compañías aéreas suelen sacar a veces ofertas de esas que sólo duran una semana (o menos). En mi caso miraba todos los días internet, buscándola con paciencia hasta que apareció; avión de ida y vuelta con Air France, vía París, por 635 euros, incluidas tasas y demás gastos. Ni me lo pensé y directamente saque los billetes. Ahora ya no había vuelta atrás, Japón me esperaba.

Luego estaba el tema del alojamiento. De nuevo el tener previsto viajar sólo a Tokio me facilitaba mucho las cosas, ya que tan sólo tenía que buscar un sitio donde dormir en una sola ciudad. Y la verdad es que la oferta tokiota en este aspecto es enorme y para todos los bolsillos. Desde los lujosos hoteles de 5 estrellas como el que aparecía en la película ‘Lost in translation’ hasta las ‘guest house’ más baratas pensadas para mochileros y gente joven en general. Como yo iba a pasar la mayor parte del tiempo de mi viaje en la zona de Ryogoku quise centrarme en buscar algo sencillo (a fin de cuentas lo iba a usar sólo para dormir), económico y que me permitiera moverme con rapidez. No era plan de buscarse un hotel en Yokohama o en Saitama que me obligara a meterme más de una hora diaria de tren para llegar hasta el Kokugikan. Así que tras mucho mirar y tras contactar con gente que había estado en alguno de los alojamientos escogidos, finalmente me decidí por una habitación individual en un hostal de la zona norte de Asakusa (la parte más típica de Tokio), a pocas estaciones de metro de distancia del pabellón de sumo, en el que por sólo 3500 yenes por noche me ofrecían una habitación pequeña con baño, pero como ya he comentado mi idea era sólo aparecer por allí para dormir. Siempre le queda a uno la duda de si acertará o no con la elección del hotel, pero hasta que no esté uno allí no lo puede saber, así que no me lo pensé más y realicé la reserva.

Durante el resto del tiempo que quedaba hasta el esperado 6 de Septiembre tuve tiempo más que suficiente para contactar con varias personas que me iban a facilitar mucho las cosas en Tokio. Entre ellos sin duda tengo que nombrar especialmente a Mark Buckton, que me sacó por adelantado el bono para los 15 días de torneo, aprovechando una de las ofertas de la Nihon Sumo Kyokai que por 20000 yenes te permite tener asegurada una entrada para cada día de competición, lo cual es realmente interesante para no tener que pasar todos los días por las taquillas del Kokugikan y dedicar ese tiempo a ver los combates de las categorías inferiores, visitar alguna heya para ver el asageiko o hacer algo de turismo por la ciudad, que no todo iba a ser sumo durante los 20 días de mi viaje. También tenía previsto ir a comer chanko con una compañera de internet llamada Hiromi, ir a un partido de béisbol con David, ver jornadas de sumo con Barbara, Mark o Doreen y buscar un hueco para visitar la ciudad con Chigako, Hiro o Arancha, una amiga mía asturiana (aunque ya leonesa de adopción) que se encuentra trabajando en la Universidad de Chiba con una beca.

En fin, que la agenda parecía que iba a ser muy apretada y con muchas actividades para realizar, así que lo único que quedaba ya era esperar pacientemente hasta que llegase el gran día en el que por fin iba a cumplir uno de mis sueños; viajar a Japón.