La lucha de los dioses
Como ya os había comentado, las primeras horas de competición no suelen ser seguidas por mucha gente, por lo que tienes siempre la oportunidad de sentarte en las primeras filas para ver los combates en la mejor situación posible. Mucha gente piensa que los luchadores de las categorías inferiores son jóvenes que no han alcanzado aún la destreza suficiente para progresar más y que lo que van a mostrar va a ser un sumo flojo y aburrido. Nada más lejos de la realidad. Desde los primeros combates del día uno ya se da cuenta del gran potencial que atesoran todos los que se suben al dohyo y en ningún momento hay posibilidad de aburrirse. Además el shikiri que se realiza en estas categorías es muy corto, por lo que los combates se suceden a gran velocidad. Es recomendable acudir con un listado de los combates del día (se puede conseguir en Sumo Forum) ya que el que te dan a la entrada está enteramente escrito en japonés y tan sólo puedes conseguir en inglés los de las dos categorías principales y a partir del mediodía.
Durante estas primeras horas en el Kokugikan uno no sólo ve a luchadores muy jóvenes, sino que también los yobidashi y los gyoji son de edad similar. Como quiera que todos estos van subiendo de categoría según van siendo más veteranos es fácil de entender que los más noveles están siempre en Jonokuchi y según se sube de división la edad de los árbitros y asistentes se va incrementando de forma casi gradual.
También es muy interesante mirar hacia los pasillos laterales y ver unas filas de 10-15 luchadores esperando su turno para salir a competir. Como hemos indicado, los combates se suceden con bastante rapidez, así que uno no puede despistarse más de la cuenta porque si no podría perder su combate por incomparecencia.
Según se van acercando las 2 de la tarde el estadio empieza a llenarse de gente. Los luchadores de Juryo hacen ya su aparición para el Juryo dohyo-iri y la gente ya empieza a reconocer a los rikishi, tomando partido por uno u otro. En ese momento hacen su aparición una especie de mujeres policía que ataviadas con un uniforme blanco y azul se sitúan en las escaleras que dan acceso al dohyo y persiguen como perros de presa a toda persona que intenta acceder a esa zona sin poseer entrada para los asientos de la zona baja. La verdad es que trabajo no les falta, ya que hay mucha gente que trata de acceder a esa zona para sacar una fotografía de los luchadores durante los combates y si no hubiera nadie que lo impidiera habría una aglomeración de “fotógrafos” tal que incluso sería complicado que los rikishi pudieran acceder a los vestuarios.
Tras los combates de Juryo llega el momento de la presentación oficial del torneo. Kitanoumi Rijicho sube al dohyo acompañado por todos los integrantes del sanyaku para agradecer a todos los asistentes su presencia en el recinto y animar a los luchadores para que den todo lo que tienen durante los 15 días de competición. Después llega un momento bastante emotivo, y es el de la cuelga de los cuadros de los dos últimos campeones en el techo del Kokugikan. En este caso los cuadros, que habían sido presentados el día anterior en la zona exterior, eran los de Hakuho como vencedor del Natsu Basho y el de Asashoryu como vencedor del Nagoya Basho. Dentro de unos días se repetirá esta ceremonia, colocando dos nuevos cuadros del Yokozuna como homenaje a sus dos victorias en los dos últimos torneos. Tuve la suerte de ver aún entre ellos el del Yokozuna Takanohana, que será uno de los que desaparezcan en este mes de Enero para hacer sitio a los nuevos cuadros. Y es que la sustitución se hace siempre por riguroso orden cronológico, por lo que poco tiempo les quedará también a los de los Yokozuna Akebono y Musashimaru. Y es que a este paso dentro de poco todo el techo del pabellón estará lleno de cuadros de Asashoryu.
Llegaba después el momento del Makuuchi Dohyo-iri, y aquí ya se empieza a ver la pasión que los luchadores de la máxima categoría despierta entre los aficionados japoneses. Los mayores aplausos son para el Ozeki Tochiazuma (no olvidemos que es de Tokio), el Komusubi Kisenosato y para los Maegashiras Ama, Homasho y, como no, Takamisakari. También los europeos son recibidos con grandes aplausos, en especial el estonio Baruto, que parece ser el nuevo ídolo de las féminas niponas. Todo el ambiente es mágico y espectacular y se vive mucho más intensamente de lo que uno podía imaginar. Nada que ver con lo que se emite por televisión.
Pero aún nos quedaba otro momento espectacular y ese no es otro que el Yokozuna dohyo-iri. Allí estaba Asashoryu para realizarlo de forma perfecta, sin el menor titubeo, con una majestuosidad digna del momento. Simplemente fabuloso. Los aplausos y el entusiasmo del público habían llegado al cenit. Era ya el momento de que se iniciaran los combates.
Todo es majestuoso en el Kokugikan, desde la salida de cada luchador hasta el momento final de la pelea. El choque en el tachi-ai resuena en todo el pabellón y desde ese momento algo te recorre el cuerpo y te hace tomar partido por uno u otro. Y es que incluso cuando tu luchador favorito pierde no lo sientes tanto si ves que el rival ha luchado mejor y ha sido justo vencedor. Una henka se responde con el silencio (incluso se oye algún que otro abucheo) y los shikiri espectaculares como los de Katayama o Kitazakura reciben una atronadora ovación. Todo es mágico en el interior del Kokugikan.
En mitad de los combates llegaron los príncipes herederos de Japón con su hija, una auténtica fanática del sumo, y su aparición fue correspondida por una atronadora ovación de todo el público, entregado a la familia imperial nipona como en pocas partes del mundo. No pude por menos que sentir una cierta envidia por como a veces se trata a la familia real española en su propio país.
Tras el combate del Yokozuna llega el momento del Yumitori-shiki, la danza del arco que realiza Oga, luchador de Juryo. Es uno de los rituales más hermosos y la gente lo sigue con mucho interés, aplaudiendo y jaleando los golpes que realiza con los pies en el suelo. Es realmente increíble verle mover el arco a la velocidad que lo hace sin que llegue a tropezarse nunca con él ni se le caiga al suelo en ningún momento. Me puedo llegar a imaginar la cantidad de horas de entrenamiento que le debe de haber supuesto alcanzar tal grado de perfección.
Una vez que ha finalizado la jornada, las “chicas-policía” a las que me refería antes y todos los oyakata que cumplen misiones de seguridad se sitúan alrededor del dohyo para impedir que nadie se acerque a él mientras los yobidashi lo limpian y lo cubren con una lona para preservarlo lo mejor posible hasta los combates del día siguiente. La verdad es que sólo con ver a Takanotsuru o a Musashimaru de guardía frente al dohyo se le quitan a uno las ganas de intentar acercarse lo más mínimo.
No voy a relatar día a día los combates de sumo porque creo que para eso ya tenemos los resúmenes televisivos. En los 15 días de competición la mecánica es siempre la misma, salvo en el Sonichi (por los rituales ya comentados) y en el Senshuraku, del que hablaré más adelante. Tan sólo los combates de Mae-zumo a partir de la tercera jornada y la presentación de los nuevos luchadores en el Nakabi son novedad frente al resto.
Sin embargo hay algo que sí me gustaría indicar para los que vayan a ir a ver un torneo a Tokio en un futuro y es la salida. Aquí voy a meterme un poco con los japoneses pero con cariño, no con mala intención. Y es que el pueblo nipón está quizás demasiado acostumbrado a seguir siempre las pautas establecidas y a innovar lo menos posible, por lo que la mayoría de los japoneses salen por las mismas puertas y se dirigen hacia la misma acera que comunica directamente con la estación de tren. Lo curioso es que si estás en el segundo piso es mucho mejor salir por la parte de arriba en dirección a la terraza, bajar las escaleras hacia la puerta principal y salir por ella (la mayoría de la gente sale por el lateral izquierdo, el mismo por donde entran los luchadores) para cruzar a la otra acera que (sí, lo prometo) se encuentra casi vacía de gente mientras cientos y cientos de personas se van amontonando justo al otro lado en una lenta, lentísima caminata de apenas 30 metros hasta la entrada este de la estación JR de tren. Pero es que incluso merece más la pena cruzar hacia la estación unos metros más allá (desde la casi vacía acera por la que os recomiendo ir) y acceder a ella por la entrada oeste, que está vacía y por la que llegareis al anden en un segundo. Quizás algunos pensareis que estoy exagerando pero os aseguro que no es así. A pesar de que hay alrededor de 13.000 personas un día de fin de semana viendo los combates, yo he llegado a salir en apenas 5 minutos desde la terraza del Kokugikan hasta la estación, cuando por la otra acera es muy posible que el tiempo empleado para hacer el mismo trayecto se acerque a los 20 minutos. Probadlo un día que estéis en Japón y ya me diréis si estoy en lo cierto o no.