Comparado con la alta calidad de vida que la nación de Japón disfruta ahora, la vida en una Heya es feudal. El día comienza muy temprano, cuando los luchadores de rango inferior se levantan y realizan algunas prácticas antes de comenzar con sus tareas asignadas, las cuales incluyen limpiar el edificio y preparar los alimentos para la comida principal del día. Todo el que vive en una heya debe aprende a hacer las tareas, y algunos consiguen tanta habilidad o gusto por la cocina que después de que sus vidas en el sumo han terminado, abren un ryokan (posada de estilo japonés) o restaurantes donde sirven chanko-nabe, el estofado que sirve de combustible a los rikishi.
Los sekitori de rango más elevado aparecen a una hora más razonable, y comienzan una sesión de práctica que puede durar varias horas. No es extraño que un luchador de otra heya venga de visita y tome parte en el entrenamiento, y no solo en su propio beneficio, ya que una de las obligaciones de los luchadores es la de ayudar a los de grado inferior.
A la hora de sentarse a comer, nuevamente el rango se impone. El oyakata se sentará primero, después los rikishi de más alto rango irán tomando asiento, siendo servidos por los juniors. Aún cuando hay comida para todos, el privilegio de sentarse más pronto y comer pedazos escogidos es un poderoso incentivo para los rikishi para escalar posiciones en el ranking.
Después de la gran comida de la tarde, los rikishi se tumban a dormir la siesta, parte de la razón del por qué engordan tanto; las calorías se transforman en peso porque no pueden ser totalmente consumidas como combustible por los músculos. Cuando se levantan hay otro ensayo menos arduo, quizás importantes técnicas en vez de fuerza bruta, trabajo básico de pies o sesiones de gimnasio. Se sirve después una cena, menos elaborada que la comida principal.
Sólo entonces los rikishi tienen algo de libertad, así que se van a dar un paseo alrededor de su vecindario, al cine a ver una película o a beber algo a un bar cercano. Cuando llega la hora de acostarse, los rikishi casados se van a casa con sus familias, normalmente un apartamento cerca de la heya; Los solteros viven en habitaciones en la heya, y los de rango más bajo duermen en habitaciones comunales.
Para los que vienen del extranjero hay clases de japonés y de cultura japonesa; El Oyakata y su mujer deben tener cuidado de que los prometedores rikishi extranjeros no se conduzcan fuera del áspero mundo del Sumo por nostalgia o por depresión.