Hay seis grandes torneos de sumo (basho) durante el año, en cada mes impar del año. Tres se celebran en la capital, Tokyo, y el resto en las ciudades de Osaka, Nagoya y Fukuoka. Solamente existen sesenta y seis luchadores profesionales en las dos máximas divisiones de sumo. El resto son considerados poco menos que aprendices y están totalmente subordinados a los de mayor grado. Cada luchador pertenece a un gimnasio (heya) y vive de forma comunal en un estilo de vida que está por completo dedicado al deporte y a sus tradiciones.
Las reglas del sumo son extremadamente sencillas. Para empezar, hay que resaltar que no existen varias categorías según el peso de los luchadores, sino que todos están encuadrados dentro de la misma clasificación o banzuke. El objetivo de cada luchador es enviar a su oponente fuera del ring (dohyo) o conseguir que cualquier parte de su cuerpo (excepto las plantas de los pies) toque el suelo. Los luchadores no pueden tirar del pelo, atacar a los ojos o golpear con el puño cerrado. Si al finalizar un torneo el luchador consigue más victorias que derrotas, ascenderá en la clasificación (banzuke), y si no, descenderá puestos.
Antes de los combates de la máxima categoría, todos los Yokozuna realizan el Yokozuna dohyo-iri, una bella sinfonía de movimientos para espantar a los malos espíritus. Posteriormente los luchadores aparecen ataviados con sus kesho-mawashi y realizan el Makuuchi dohyo-iri, durante el cual suben al dohyo y son presentados uno a uno ante los espectadores.
Los combates están llenos de rituales. De hecho, el propio combate es lo que menos tiempo tarda en realizarse. En sumo, como en todas las artes marciales japonesas, la cortesía y el ritual se respetan y los combates comienzan con una inclinación de cabeza de ambos luchadores, como saludo. Tras retirarse brevemente a su rincón y realizar algún shiko (levantar la pierna y dejarla caer violentamente contra el suelo), los contendientes se colocan frente a frente en cuclillas para frotarse las manos y aplaudir una vez, estirar ambos brazos con las palmas de las manos hacia arriba, volver estas hacia abajo y completar este ritual poniéndolas sobre las rodillas, mostrando de esta forma a su oponente que acude al combate sin portar ningún tipo de arma oculta. A continuación se retiran de nuevo a su rincón, en donde beberán el chikara-mizu, agua purificadora con la que se enjuagarán la boca, escupiéndola posteriormente. Comenzará entonces una especie de guerra psicológica en la que los luchadores se estudiarán varias veces antes de decidirse a comenzar el combate. Durante todos estos rituales (shikiri), cada luchador cogerá de su rincón un puñado de sal que arrojará al dohyo para purificarlo antes del combate.
El combate comienza cuando las manos de ambos luchadores tocan el dohyo. Se supone que ambos rikishi deben tocar con ambas manos antes de empezar. Una salida falsa (matta) ocurre cuando un rikishi empieza antes que el otro, y actualmente está castigado con una sanción económica.
A veces los dos rikishi caen a la vez. Aunque no esté muy claro el vencedor, el gyoji tiene que indicar uno. Los jueces pueden, entonces, subir al dohyo para deliberar, a lo que se llama «mono-ii». El resultado final puede ser la ratificación de la decisión del árbitro, cambiar su decisión o llamar a los dos rikishi para que repitan el combate.
La retirada del sumo en activo
Hay dos maneras de abandonar el Sumo: intai y haigyo. Cuando un rikishi ya ha adquirido el derecho para un Toshiyori-kabu (el derecho a usar uno de los nombres de oyakata), él puede retirarse por intai y seguir ligado a este mundo dentro de los estamentos de la Nihon Sumo Kyokai. Pero cuando no ha adquirido ninguno de esos nombres, está forzado a hacerlo por haigyo. Esto significa que abandona para siempre el mundo del sumo profesional, aunque puede aún permanecer vinculado a este deporte como ojeador para una heya, usar sus habilidades culinarias para abrir un restaurante de chanko (estofado de estilo sumo) o entrenar a luchadores de sumo amateurs.
En ambos casos el luchador tendrá que pasar por la ceremonia del danpatsu-shiki, en la cual muchos invitados realizan un pequeño corte en su oicho-mage para que finalmente su oyakata sea el que se encargue de hacer el corte final, poniendo así fin a su etapa como luchador en activo. Los mejores sekitori reciben el honor de celebrar este ritual sobre la arena del Kokugikan mientras que otros puede que tengan que conformarse con hacer un evento más modesto en un salón de algún hotel o, incluso, en la intimidad de su heya.
Sin el Toshiyori-kabu, a un Yokozuna sólo se le está permitido permanecer en la Nihon Sumo Kyokai hasta 5 años, a un Ozeki 3 años y 2 a los Sekiwake y Komusubi. Si pasado este tiempo no han conseguido adquirir un Toshiyori-kabu, deben abandonar el mundo del sumo. Sin embargo un luchador que solo haya llegado hasta Juryo pero que posea dinero suficiente para adquirirlo podrá permanecer en él como un oyakata. El único requisito para comprar un Toshiyori-kabu es haber llegado al rango de Juryo o superior.