Como todo el mundo esperaba, el estonio Baruto ha sido promovido a la categoría de Ozeki tras su excelente registro de 14-1 en el pasado Haru Basho, en el que tan sólo sucumbió ante el Yokozuna Hakuho. Baruto se convierte así en el 8º luchador extranjero en alcanzar este rango, tras Konishiki, Akebono, Musashimaru, Asashoryu, Kotooshu, Hakuho y Harumafuji.
Nacido en la antigua república soviética de Estonia, Baruto, cuyo auténtico nombre es Kaido Hoovelson, debutó como rikishi profesional con tan sólo 19 años. Gracias a su personalidad única y extrovertida, siempre es uno de los luchadores más populares en las shitaku-beyas de todos los recintos de sumo. Además de hablar japonés, Baruto, que contrajo matrimonio el año pasado, también habla con fluidez el ruso y el alemán.
Con su 1,98 de altura y sus 188 kilos de peso, el sekitori europeo quizás tenga una cierta ventaja en el dohyo, pero el camino hacia el éxito no ha sido ni rápido ni fácil.
Su padre era ganadero y Baruto tuvo que ayudar a su familia en esa pesada carga desde su infancia. «Nunca pensé que fuera duro porque sabía muy bien cómo era el negocio familiar», recuerda.
Con 16 años Baruto empezó a practicar el judo y llegó incluso a proclamarse campeón junior de su país. Sin embargo, por entonces su padre falleció y tuvo que trabajar como portero de seguridad en un bar para ganarse la vida. «Muchas veces viví situaciones comprometidas», recuerda, al hablar de los momentos más difíciles.
Pero la vida de Baruto cambió drásticamente cuando dejó el judo para iniciarse en el sumo bajo la tutela de su entrenador de judo, que llevó a su pupilo al subcampeonato de Europa junior. Por ello, fue reclutado para convertirse en rikishi amateur en Japón, y durante el torneo de verano de 2004 debutó en el sumo profesional con el nombre de Baruto Kaito.
«El entrenamiento fue realmente duro, pero para mí era como un hobby», dice Baruto, que ha superado varias lesiones en su rodilla izquierda. «Es el primero en llegar a los entrenamientos por la mañana», señala Kazumi Chikazawa, propietario de las instalaciones de entrenamiento que la Onoe Beya tiene en la Prefectura de Osaka.
Es un trabajador nato y un hijo ejemplar, que envía parte de su salario a su madre en su país natal. Al preguntarle por qué quiso convertirse en rikishi nada más llegar al mundo del sumo como aprendiz, Baruto confesó ante los periodistas: «El Sumo es precioso».
En la actualidad le preocupa el futuro de su querido deporte: «Quiero contribuir a revitalizar la popularidad del sumo y que le guste a más niños».