Hacía mucho tiempo que quería ponerme a escribir sobre este tema. Comencé a reunir información de cara al Día de la Mujer Trabajadora de 2018, pero la información disponible en internet es muy escasa, en muchos casos extremadamente contradictoria y cargada de clichés (algo que suele pasar con mucha de la información sobre el folclore japonés) por lo que no ha sido hasta los acontecimientos que tuvieron lugar a principios del mes de abril del mismo año que me vi obligado a ponerme a ello de una vez.
El tema en cuestión es: el tratamiento a la mujer en el mundo del Sumo. La mayor lacra, y lo puedo decir sin ningún atisbo de duda, que arrastra este arte marcial.
Luchadora portando el ‘tsuna’. Característico de aquellos nombrados como Yokozuna. Este tipo de imágenes eran todo un éxito comercial durante los años 20.
El 5 de abril de 2018, en la ciudad de Maizuru, el alcalde Ryozo Tatami sufrió un colapso cuando se encontraba subido al dohyo dando el discurso de apertura al jungyo (torneo no oficial de Sumo en el cual los luchadores ofrecen combates de exhibición). Dos mujeres no dudaron en subir al ring para realizarle las maniobras de primeros auxilios, cuando por megafonía se escuchó un ‘Señoras, bájense inmediatamente del dohyo’. Así pues, las heroínas casuales fueron obligadas a bajar del ring aún estando en medio de las maniobras CPR.
¿Cómo es esto siquiera posible?
La respuesta es tristemente sencilla. Cualquier mujer tiene PROHIBIDO tocar siquiera el dohyo. Pero… ¿Por qué?
Primero pongamos algo de contexto. El Sumo además de ser un arte marcial es considerado como una ceremonia sintoísta. Cuentan las antiguas leyendas niponas en el Kojiki que el primer combate de sumo tuvo lugar hará unos 2500 años, entre dos dioses: Takemikazuchi y Takeminakata. El ganador obtendría la posesión de las islas japonesas. Con esto, hacemos ver que el arte marcial siempre ha ido de la mano de la tradición sintoísta.
Un claro ejemplo de esto es la figura de los gyojis. Estos ejercen como árbitros en los combates, pero también ejercen como sacerdotes sintoístas. Los torneos oficiales (bashos) se celebran uno de cada dos meses y un nuevo dohyo es construido cada vez. Una vez finalizada la construcción, éste es consagrado por varios gyojis en una breve ceremonia sintoísta conocida como dohyo-matsuri. La ceremonia, presidida por uno de los tate-gyojis, de mayor rango, junto a otros dos gyojis, consiste en la purificación del dohyo al tiempo de servir como reclamo a los kamis o deidades para que supervisen el torneo. El tate-gyoji dirije entonces una serie de oraciones por la seguridad y bienestar de los luchadores y, cavando un cuadrado en el centro del dohyo, enterrará nueces de torreya, castañas secas, sal, arroz lavado, calamares o sepias secas, y algas kombu en él. Para terminar, rocía tanto el agujero como algunas partes del dohyo con sake sagrado y lo sirve a los asistentes de la ceremonia.
Una vez terminado esto, los yobidashis (encargados de llamar a los luchadores al ring y de la construcción del mismo), tapan el hoyo y en una procesión salen a la calle a anunciar el comienzo oficial del basho.
Esta no es la última vez en la que se consagra o purifica el ring. Los luchadores, antes de cada combate, realizan un ritual de intimidación, conocido como shikiri, que incluye el lanzamiento de puñados de sal, para eliminar cualquier impureza del campo de combate.
Pero entonces, ¿Qué tiene que ver la mujer en todo esto? ¿Por qué está prohibida su presencia en el ring? La respuesta es absurdamente sencilla. Por la menstruación.
Aquí entra un término conocido como ‘kegare’. Dentro del sintoísmo, se entiende por kegare todo aquel fenómeno humano ocurrido de forma natural, es decir, que difiere de la conducta humana, con una condición malvada y per se contaminante que se relaciona directamente con el gran tabú del sintoísmo: la muerte. La sangre entraría dentro de este tabú y por lo tanto la mujer será considerada como una entidad contaminante, por el periodo, y su presencia queda tajantemente prohibida en los lugares sagrados. Este mismo principio era el que prohibía la entrada a las mujeres en el monte Fuji hasta finales del S.XIX y desgraciadamente, sigue en pie en el caso del sumo, en donde una mujer no puede pisar el dohyo o este correrá el riesgo de quedar irreversiblemente contaminado,
Una mujer que desafió a la Asociación de Sumo Japonés (en adelante nos referiremos a ella como ASJ) fue Fusae Ota, la primera mujer en ser nombrada gobernadora de una prefectura (Osaka) de la historia de Japón. En marzo se celebra el Haru Basho en Osaka, uno de los torneos oficiales de sumo. Es tradición que el último día del torneo, el o en este caso la gobernadora de la Prefectura entregue el ‘Premio del Gobernador’ al ganador del torneo en la ceremomia de entrega de premios que tiene lugar en el dohyo. Durante su mandato (2000-2008) Ota exigió su derecho como gobernadora a entregar el premio en el ring, pero la ASJ hizo oídos sordos y obligó a la gobernadora a entregar su premio a pie de ring.
Esa fue la primera vez que el tema del tratamiento a la mujer en el mundo del sumo profesional saltó a panorama internacional. Desde entondes, el trabajo de activistas feministas, aficionadas y aficionados ha ido participando en la cada vez más evidente inclusión de la mujer en el Sumo. Cada año más y más mujeres se inscriben en los torneos de Sumo Femenino. Y es de esto de lo que vamos a hablar a continuación, del largo camino que tuvieron que recorrer las primeras luchadoras, como dice en el subtítulo del artículo:
«El camino de espectáculo erótico a futuro deporte olímpico»
El primer combate históricamente autentificado data del año 642. La emperatriz Kogyoku (642-645), para entretener a invitados de la Corte de Paekche (Corea), hizo pelear a su guardia personal en combates de sumo. Así, irónicamente, una mujer convirtió al sumo en el deporte por excelencia de la Corte Imperial.
Hasta 1873 las mujeres tuvieron prohibido asistir a los combates, ya que era considerado un ritual samurái, únicamente dirigido para los hombres. Sin embargo, a principios del periodo Edo (1603-1868), se tiene registro del nacimiento un tipo de sumo totalmente diferente, que llega hasta nuestros días: el sumo amateur, creado como mero entretenimiento popular en ferias y en demostraciones, totalmente alejado del sintoísmo y sus consecuentes restricciones de género.
Dentro de este nuevo tipo de sumo nace el onna-zumo, o sumo entre mujeres. Pero, de nuevo, nace como mero instrumento para el disfrute de los hombres, estando directamente relacionado a los prostíbulos. Incluía movimientos más cercanos al baile que a las artes marciales y sus nombres de luchadoras (shikona) solían llevar cierta carga sexual u obscena. Una de las prácticas más conocidas en los comienzos de esta variante era la pelea de una mujer frente a un hombre ciego, un raro fetiche de la época.
Aún surgido como espectáculo puramente erótico, fue creciendo poco a poco en relevancia. Mientras que los combates de sumo profesional tenían lugar en el Palacio Imperial, los shogunes (‘comandante del ejército’, gobernaban Japón en nombre del Emperador) preferían organizar torneos de sumo femenino. Fue entonces cuando esta primera versión del sumo femenino llegó a su máxima representación. Muchas luchadoras consiguieron una enorme popularidad, convirtiéndose en verdaderas celebridades de la época.
En 1744 el onna-sumo llegó a Edo (Tokio) donde varios torneos fueron organizados en el Templo de Akasusa. Este fue el punto de inflexión de esta práctica ya que fue cuando las autoridades la catalogaron como ‘actividad inmoral’ por su cercanía al ‘distrito rojo’ y la censuraron. Sin embargo, su enorme popularidad hizo que diversas competiciones se siguiesen dando en zonas del norte de Japón e incluso en Hawaii. Viendo que el germen de esta práctica seguía vivo, durante la Restauración Meiji (1868-1889) fue oficialmente prohibido. Frente a esto la respuesta de las luchadoras fue el eliminar cualquier resto de erotismo en la actividad y transformarlo hacia el estilo del sumo profesional. Así pues, el sumo femenino se origina oficialmente en la Prefectura de Yamagata en 1880. Actualmente, la Universidad de Yamagata imparte lecciones sobre las raíces del sumo femenino.
Lejos de detener su acoso al deporte, en el primer año de la Era Showa (1926-1989) el Gobierno prohíbe cualquier tipo de actividad relacionada con el sumo femenino. Pero las luchadoras, una vez más, dan ejemplo y sacan adelante su deporte, realizando diversos tours y espectáculos aun arriesgándose a arrastrar los antiguos estigmas que las acompañaban. El sumo femenino siguió permaneciendo a la sombra del profesional hasta aproximadamente 1980, cuando la sociedad japonesa se dio cuenta de que era un verdadero éxito en países como Brasil, la URSS, Bulgaria o los EEUU.
Desde entonces el sumo amateur, representado en la ISF (International Sumo Federation) ha contado con categoría tanto masculina como femenina. En 2001 tuvo lugar el 1er Campeonato Mundial de Sumo Femenino en Aomori, Japón, coincidiendo con la 5ª edición del Campeonato Mundial Masculino. En la actualidad Japón cuenta con unas 300 luchadoras, muchas más que sus rivales europeos. Sin embargo, la tradición no se ha visto reflejada en los resultados de las pasadas ediciones de los mundiales, donde de las 48 medallas de oro sólo se han llevado 6. El 22 de Julio de este año comienza en Taoyuan, Taiwán, la 13ª edición del Campeonato Mundial de Sumo Femenino y las luchadoras niponas buscarán levantar cabeza.
Japón se preparaba para Tokio 2020 y el sumo se postula como uno de los nuevos candidatos a deporte olímpico. De ser así el sumo amateur, obtendría una visibilidad sin precedentes hasta la fecha. Es importante recordar que la Asociación de Sumo Japonesa no depende de la ISF, es una entidad completamente aparte. Lo cual abre más la brecha entre el sumo profesional y el sumo amateur. Cuyas diferencias se podrán explicar con más detalle en un futuro artículo.
Mientras que en el sumo profesional el papel de la mujer, a nivel de organización, queda reducido al de buena esposa (literal) y sigue negándose a una apertura más que necesaria, el Sumo Amateur ha tomado la batuta en la lucha por la inclusión de la mujer en el arte marcial de los gigantes. La ASJ debe de abrir los ojos y comenzar a aceptar cambios más que necesarios en sus directivas.
Se lo deben. Por ellas. Por las que luchan fuera y dentro del ring.
Gracias Raquel por ayudarme a buscar información sobre el sumo amateur y por darle una más que necesaria opinión femenina al asunto.
Darío, El Buen Rikishi
Todas las páginas disponibles a 08/04/2018
Noticias y artículos de consulta (en inglés)
http://www.asahi.com/ajw/articles/AJ201804050040.html
https://www.jstage.jst.go.jp/article/santhropology1999/2002/4/2002_4_17/_article
https://www.japantimes.co.jp/news/2005/06/30/national/womens-sumo-re-evaluated/#.WsezNIhubIU
http://www.fscclub.com/history/sumo-hist-e.shtml
http://www.fscclub.com/history/fame-sumo-e.shtml
https://japonismo.com/blog/historia-del-sumo
http://factsanddetails.com/japan/cat21/sub138/item1777.html
http://www.ifs-sumo.org/ifs-schedule.html
http://abcnews.go.com/WNT/story?id=129141&page=1
http://en.ritsumei.ac.jp/news/detail/?id=33
En castellano:
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