El caso de Asanoyama ha traído también otro tipo de decisiones, como la jubilación casi forzosa de Nishikijima oyakata, el antiguo Ozeki Asashio y que hasta hace unos meses ostentaba el nombre de Takasago oyakata. Tras haber alcanzado la edad de jubilación el pasado año, ostentaba un cargo de consejero que le permitía seguir dentro del mundo del sumo, puesto al que renunció hace días para retirarse ya de forma definitiva.
Al parecer el oyakata durante su etapa como máximo responsable de la heya que llevaba su nombre acudió en varias ocasiones a cenar con diferentes grupos de aficionados, como si el COVID no existiera. Además, se llevaba con él a Asanoyama o a algún tsukebito. Esto ocurrió desde el pasado mes de julio, unas 2-3 veces a la semana.
Eso quiere decir que fue el propio oyakata el que violaba las normas establecidas por la Kyokai durante el tiempo que estas estuvieron en vigor y en las que él era el máximo responsable de la heya (de julio a noviembre). De hecho, cuando se enteró de la historia de Asanoyama su primera reacción fue «¿Cuál es el problema?».
Durante las investigaciones que ha llevado a cabo el comité de la Kyokai buscando esclarecer los hechos que han acabado costándole al Ozeki Asanoyama un año de suspensión, el oyakata «no comprendió en absoluto la gravedad del asunto, ni siquiera intentaba ocultarlo», según señaló Oguruma oyakata, máximo responsable de dicho comité.
Sin embargo cuando Asanoyama fue forzado a ser kyujo durante el Natsu basho, dijo a los periodistas «me siento traicionado, no tengo ni idea de cómo pudo hacer algo así», y cosas parecidas, probablemente con la esperanza de que su actuación no saliera a la luz.
Algunos oyakata están molestos con la Nihon Sumo Kyokai por aceptar su renuncia tan fácilmente, lo que significó que ya no era un empleado de la asociación cuando se decidieron las sanciones. «Se libró con demasiada facilidad», han comentado algunos.